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jueves, 7 de febrero de 2019

Recordando el triunfo en 905 Kms en 14 horas del palomo de Jose Bellón Rodríguez y Odín.

Recordando el triunfo en 905 Kms en 14 horas del palomo de Jose Bellón Rodríguez y ODÍN

905 Km. en 14 horas 

  Lloret de Mar (Girona) a Cariño (A Coruña)

Odín, la ilusión de una vida.


¡Ay don Antonio!, si usted hubiera sabido lo que es la gloria de que una de tus palomas llegue desde Lloret de Mar (Girona) a Cariño (A Coruña) en el mismo día de la suelta después de haber recorrido 905 kilómetros en 14 horas y media, posiblemente 
nunca hubiera escrito lo que escribió.
Pero vayamos por partes, porque antes de alcanzar esa gloria, en la mayoría de los casos, ha habido que superar muchos escollos y vicisitudes que hacen que ésta incluso sea más valorada.
Y ese ha sido mi caso.
Intentaré explicarme de la manera más concisa que me sea posible para que podáis daros cuenta de lo que ha sido mí transitar por el mundo de las palomas mensajeras.

Allá por el final de los años ochenta y principio de los noventa, empieza a despertarse cierto interés y curiosidad por las palomas mensajeras en un niño que vive en el pueblo marinero de Cariño, en el norte de A Coruña, y que un día se sorprende al descubrir que en el alpendre donde tiene unas cuantas palomas comunes han entrado dos palomas que tienen en sus patas unas anillas con unas letras y unos números que no tiene ni la más remota idea de lo que pueden significar.

A esas dos les siguieron otras, y otras más, y por su belleza y mansedumbre acabarían por convertirse en las favoritas de aquel niño que, no mucho tiempo después, decidiría quedarse sólo con ellas y deshacerse de las comunes. Todavía no había encontrado explicación al hecho de que apareciesen tantas de esas palomas con anillas raras en su pueblo, un lugar que, por otra parte, está demasiado apartado y rodeado de montañas. No tardaría en dar con la clave, “los barcos de pesca”.
Pasan los años y ya con una pequeña colección de palomas mensajeras holandesas, belgas, inglesas, alemanas, francesas y portuguesas (aunque de estas últimas las menos, porque al cabo de unos días en su palomar muchas de ellas desaparecían), un grupo de colombófilos de la zona de Ferrol oyen hablar de él y deciden visitarlo y animarlo a conocer su club y aprender en qué consisten las carreras de palomas mensajeras.

Finalmente llega el día en que Jose visita el Club Mariñas Altas, que por aquel entonces tenía su sede en Pontedeume, (encontrándose actualmente en Narón). Allí conoce a un profesor de inglés que le sugiere contactar con los anteriores propietarios de sus palomas a través de las diferentes asociaciones y se ofrece a facilitarle las cosas. 

Le hace ver que esto es lo correcto y una práctica muy habitual entre los verdaderos colombófilos y que, por otra parte, de esta manera podrá tener información de las diferentes líneas, calidades y características de sus palomas.
Le parece una buena idea y ahí empieza un auténtico rosario de cartas y de llamadas telefónicas a distintos colombófilos europeos.

Está claro que se va metiendo en una dinámica que no parece tener vuelta atrás, y así, no pasado mucho tiempo, le propone a ese profesor probar a algunos de los hijos de sus palomas en su palomar de Valdoviño. Aquello desembocaría en una especie de tándem que le da a Jose la posibilidad de experimentar por primera vez lo que se siente cuando tus palomas regresan al palomar después de volar una distancia considerable.


Después de varios años con este sistema y ante la imposibilidad de su socio, ahora ya amigo, de continuar con las palomas por cambio de residencia, se encuentra ante la tesitura de volver sólo a coleccionar palomas mensajeras o de probar a competir, esta vez ya, desde su propio palomar.

Los temores eran muchos y las posibilidades de éxito, según la gran mayoría de entendidos, muy escasas. Cariño estaba muy apartado del resto de los palomares, estaba rodeado de montañas y tenía un microclima que hacía que, en ocasiones, a 10 kilómetros de allí luciera un sol radiante, mientras que el lugar se encontrase completamente cerrado de niebla. El palomar de Jose es el que se encuentra más al Norte de todos los de la península.

A pesar de todo, decide probar. Después de tener contacto con algunos destacados colombófilos europeos, y después de haber incluso visitado sus palomares y, a su vez, recibir la visita de alguno de ellos, se siente con fuerzas como para, por lo menos, intentarlo.



Los inicios fueron duros. Líneas de palomas que habían funcionado muy bien en el palomar de su amigo, aquí fracasaban una y otra vez. Lo que a no mucha distancia de allí funcionaba, no sólo en cuanto a palomas, sino también a método de llevarlas, en Cariño no daba resultado. 

Así las cosas, llega incluso a plantearse el arrojar la toalla. Pero un verano, cuando el fracaso de la campaña anterior empezaba ya a olvidarse, visita a la familia Boden en Heerle, Holanda, y las palabras de Rika Boden le insuflan otra vez unos ánimos de los que empezaba a carecer:
-“Jose, take it easy. Be patient, because the day will come when your pigeons will return home. Give them time and give time to yourself.
(Jose, tranquilo. Ten paciencia porque llegará el día en que tus palomas vuelvan a casa. Dales tiempo y dátelo a ti mismo).

Ya no existía ninguna duda, había que continuar. Estaba claro que a mayor dificultad, más tenía que ser la calidad y mayor el trabajo. Las palomas eran su vida y su pasión y el seguir compitiendo estaba ya fuera de toda duda.

Año tras  año se van consiguiendo nuevas metas y ya cuando en la campaña 2013, y después de algunos cambios, sobre todo en la alimentación y en la ventilación del palomar, regresa a casa una paloma desde Almazán, estaba claro que las  palomas podían llegar a Cariño. Por cierto, esa paloma que regresó desde Almazán (Soria) se llamaba Odín, su madre era una paloma noruega y de ahí su nombre.Odín.
Comienza la temporada 2014 y esto ya no tenía nada que ver con las campañas anteriores. En seguridad tiene unos resultados aceptables y algunas de sus palomas ya son punteras y pueden competir claramente con lo mejor del club y de la zona. Y como no podía ser de otra manera, ahí aparece la figura de Odín. 

Nunca falla, está loco por volver a casa, por volver junto a su hembra; no importa la distancia, no importa la climatología, suelta tras suelta le demuestra que es un superclase. 

Sólo desde Almansa, aunque en control, llega al segundo día levemente herido.  


De todas formas, lo importante es que estaba en casa, pero ahora se le planteaba la duda de si enviarlo a Lloret de Mar o no.


Finalmente se decide por hacerlo, no sin los lógicos temores y desconfianzas que le han provocado la última suelta. La paloma tenía calidad, todo lo hecho hasta ahí lo avalaba, tenía que confiar en ella y en esa porción de suerte que siempre es necesaria en cualquier faceta de la vida. Sabía que si se daban una serie de circunstancias favorables, la figura de Odín volvería a emerger…


Día 27 de junio, viernes, Jose termina su jornada laboral y ya le empieza el cosquilleo de la competición. La gente del club, con mucha más experiencia en este tipo de sueltas de Gran Fondo, le había dicho que era imposible que se recibieran palomas en el día, pero él tenía el presentimiento de que Odín podría hacerlo y desde las ocho de la tarde permanece en su jardín mirando repetidas veces al cielo. 

La tarde está desapacible y una llovizna suave pero persistente no parece tener intenciones de cesar.

A las nueve en punto, Odín, el gran Odín, se posa en el tejado de su palomar. Sólo podía ser él. Lo vio llegar desde el mar, majestuoso y seguro como en ocasiones anteriores. 

Su madre tuvo que salir de su casa y zarandearlo para que reaccionara, estaba en auténtico estado de shock. ¡Qué alegría! No se lo podía creer, pero allí estaba él. Inmediatamente empezó a ser consciente de que había hecho algo grande, pero necesitaba la confirmación y al momento lo puso en conocimiento de otros colombófilos. 


Creían que les estaba tomando el pelo. Se corrió la voz y su teléfono no paraba de sonar.
.
La ilusión de aquel niño, después de varios años, se había convertido en una realidad. Finalmente había alcanzado el triunfo y la gloria con una de aquellas  palomas que tenían unas anillas raras y aquello lo compensaba todo. 
Había pasado por momentos muy complicados, pero aquella ilusión, al final, tenía una recompensa. Odín había obrado el milagro, había hecho lo que ninguna otra paloma había conseguido en ochenta años de historia de colombofilia gallega y desde Cariño. Ver para creer…

No quisiera dejar pasar esta oportunidad para expresar mi gratitud a todas aquellas personas que, de alguna manera, han hecho posible que esté viviendo este momento de tanta felicidad.



En primer lugar he de darle las gracias a mis padres, siempre han sabido entender lo importante que eran las palomas para mí y me han apoyado y ayudado en todo. En segundo lugar a mis amigos “los Franes”, siempre dispuestos a echarme una mano en la mejora y en el mantenimiento de mi palomar, así como en los encestes y en las vacunaciones.

En tercer lugar a mi club Mariñas Altas de Narón y a la colombofilia gallega en general; está claro que para que haya un vencedor se necesita de otros participantes y sin ellos nada de esto habría sido posible. En cuarto lugar a todos mis amigos y contactos en España y en el extranjero; he de hacer una mención especial a los Boden y al señor Calon y a Mr. Walton, siempre se esforzaron por enseñarme y me obsequiaron con algunos hijos de sus mejores palomas. 




Tampoco puedo olvidarme de mi compañero de club Nicolás Rey Fachal, sus sabios consejos, su experiencia y sus éxitos me han servido de mucho. Y como podría olvidarme de aquel profesor de inglés que ya peina canas y que de alguna manera me metió el gusanillo de la competición en el cuerpo. 

Él me hizo ver todo lo que el mundo de las palomas mensajeras puede aportarnos, me enseñó a ser paciente y más reflexivo, y me dio grandes lecciones que me han sido de gran utilidad en mi vida. Le faltó tiempo en cuanto le comunique lo hecho por Odín para recordarme que sólo cuando haya controlado cinco a seis palomas  desde Lloret tendré algo de colombófilo.



Muchas gracias a todos ellos.
¡Don Antonio, a veces perseguir la gloria tiene una recompensa muy reconfortante y espero tener la energía para seguir intentándolo durante muchos años!


               Jose Manuel Bellón Rodríguez


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